Máximo exponente del poder soterrado en el Ministerio de Defensa
(...) El almirante Torrente Sánchez es el prototipo de militar profesionalmente mediocre que, utilizando prácticas políticas arribistas, sabe llegar a la cumbre del poder fáctico. En ese recorrido, y tanto en el Cuartel General de la Armada como en el Ministerio de Defensa, ha alcanzado cierta fama de experto catador de ginebras, hombre desleal con sus compañeros y poco amigo de la verdad. Connotaciones personales que quizás justifiquen el repudio que padece en los medios sociales de la Armada…
Un JEME afecto a las “ocurrencias” de Rodríguez Zapatero
El 18 de julio de 2008, justo al cumplir los 60 años de edad, Fulgencio Coll fue designado Jefe de Estado Mayor del Ejército (JEME), momento en el que ascendió de forma preceptiva a General de Ejército. Con independencia de otros posibles méritos profesionales, su elevación política a tan emblemático cargo, que en el entorno militar oficialista se quiso justificar como un “premio a la experiencia”, fue no obstante entendida de forma generalizada entre sus compañeros de profesión como una compensación personal del presidente Rodríguez Zapatero a la colaboración que le prestó en dos misiones muy criticadas en el ámbito castrense y en las que él mismo se había comprometido de forma muy personal: la retirada de las tropas españolas desplegadas en Irak y la creación de la UME. Con independencia de que también valorase su futura fidelidad a ultranza.
Un militar “rocoso” que supo enfrentar las turbulencias del 23-F
(…) vivió los controvertidos sucesos del 23-F como “segundo” del comandante José Luis Cortina, entonces al mando de la AOME (Agrupación Operativa de Medios Especiales), unidad que proporcionó apoyo técnico y logístico a los asaltantes del Congreso de los Diputados…
Un militar “auténtico” que renunció a la dirección del CESID
En aquel cargo vivió los acontecimientos del 23-F, sin que las implicaciones del CESID en el mismo le sorprendieran demasiado, a tenor de algún comentario realizado a sus más allegados, personalmente satisfecho de la intuición con la que gestionó su regreso a la vida militar “pura”. A las dos horas del secuestro del Gobierno y de los diputados por parte del teniente coronel Tejero, el general Mariñas manifestó al diario “El Faro de Ceuta” que quienes habían perpetrado dicha acción eran unos irresponsables, considerando que el pueblo español había apostado claramente por la paz, la democracia y por el rey Juan Carlos. Durante toda aquella expectante jornada, mantuvo contacto directo con el jefe del Estado Mayor del Ejército, José Gabeiras Montero, y no con su inmediato superior jerárquico, el capitán general de la II Región Militar, Pedro Merry Gordon.