El concepto de geopolítica acuñado por Rudolf Kjellen en 1916 resuena cada vez más en los diferentes medios informativos y ocupa un lugar central en las nuevas publicaciones literarias, inclinándose ambos campos en la cuestión de la guerra que acontece en Ucrania, que ahora parece ser lo único que nos preocupa en el decadente mundo occidental.
Lo que acaba de ocurrir en Moscú es nada menos que una nueva Yalta, que, por cierto, está en Crimea. Pero a diferencia de la reunión trascendental del presidente estadounidense Franklin Roosevelt, el líder soviético Joseph Stalin y el primer ministro británico Winston Churchill en la Crimea dirigida por la URSS en 1945, esta es la primera vez en posiblemente cinco siglos que ningún líder político de Occidente está estableciendo la agenda global.
Las primeras exploraciones rusas de la región ártica comenzaron ya en el siglo pasado, hace más de cien años. En aquella época, el Ministerio de Asuntos Exteriores del Imperio Ruso envió una nota a los gobiernos de los países aliados en la que afirmaba que Rusia era propietaria de las tierras e islas situadas al norte de la costa asiática del imperio. Se llevaron a cabo entonces expediciones en los rompehielos Vaigach y Taimyr. Como resultado, se incluyeron en el imperio las islas Bennett, Herald, Jeanette, Henrietta y Solitude [2, p. 64-66].
En una entrevista exclusiva con The Cradle, el principal estratega macroeconómico ruso critica la lentitud de la reforma financiera de Moscú y advierte de que no habrá una nueva moneda mundial sin Pekín.
Hace apenas un año, EE. UU. estaba en ascenso en lo que respecta a la política de Medio Oriente, trabajando para aislar a Irán ayudando a normalizar las relaciones entre Israel y los estados del Medio Oriente del Golfo. La realidad acaba de cambiar, literalmente de la noche a la mañana, después de que China negoció con éxito una reconciliación entre Arabia Saudita e Irán que, de consumarse, transformará radicalmente la geopolítica regional y mundial.
El presidente chino, Xi Jinping, visitó Moscú esta semana. El día anterior, Xi fue reelegido por tercera vez como presidente de China, por primera vez en la historia del país. En diciembre pasado, el presidente ruso Vladimir Putin lo invitó a visitar Rusia y Xi Jinping aceptó la invitación, reafirmando la importancia de la alianza estratégica Rusia-China. Esta unión, cuya columna vertebral se basa en el beneficio mutuo político, se llena gradualmente de "carne" económica en forma de esquemas comerciales y proyectos de infraestructura.
Según el derecho internacional, la "agresión" (o "guerra agresiva") nunca se ha definido como para separarla claramente de la "guerra defensiva" (o "defensa"), y esta confusión es el fracaso más fundamental de la ONU hasta la fecha, porque se suponía que la ONU se había formado para evitar una Tercera Guerra Mundial (WW III), lo cual es imposible de hacer a menos que el significado de "defensa" sea claro y la defensa sea claramente legal, y el significado de "agresión" sea claro y la agresión es claramente ilegal.
Pensar en la multipolaridad también nos lleva a reflexionar sobre cómo se distribuiría dicha multipolaridad: ¿cuáles serían los polos de un mundo multipolar? Esta es también la cuestión de quiénes serían efectivamente los actores en el mundo multipolar. La inercia intelectual nos llevaría a hablar de los Estados-nación, pero es prácticamente consensuado que aquí deberíamos abordar la cuestión de las civilizaciones.